Carlota y Pau, boda en un rafal menorquín

Para celebrar una fiesta del amor SÓLO, y con toda la grandeza que implica la palabra, hace falta quererse, como Pau y Carlota que decidieron festejar que, más allá de la distancia que les había separado por circunstancias laborales entre la isla asiática de Borneo y Barcelona, querían que sus vidas se transformaran en un Nosotros de forma indefinida.
Fue una boda rebosante de personalidad y sentimiento en la que Laura Chacón supo captar a la perfección la esencia de la pareja quienes para su gran día, escogieron un lugar bañado por una preciosa luz del mediterráneo: un rafal típico menorquín perteneciente a la familia del novio en el que los invitados pudieron degustar deliciosas recetas catalano-menorquinas del restaurante Sa parereta d’en oro.
Este idílico enclave sirvió como telón de fondo de una boda que contó con la implicación de todos y cada uno los miembros de la familia y que la convirtieron en una boda 100% handmande apostando por el reciclaje con muchos tintes solidarios.
Los carteles de la boda fueron recogidos por el novio en las playas de Menorca y pintados por su hermana en vivos colores. Igualmente, los novios obsequiaron a los invitados con detalles a los que la familia puso gran esfuerzo y dedicación entre ellos las primas de la novia de Inedit Events que realizaron el diseño de los mismos: miel y mermelada de ciruelas del mismo rafal de la boda y elaboradas por toda la familia. Y unas preciosas acuarelas con un paisaje marítimo realizadas por el padre de la novia, gran aficionado a la pintura.
Otro de los elementos claves fueron los estilismos con personalidad que eligieron los novios. Por un lado, Pau vestido con un traje típico indonesio de camisa blanca de algodón y pantalón gris y por otro lado, Carlota con un diseño de la marca estadounidense Freedoom con un escote en la espalda espectacular confeccionado en algodón orgánico mejicano.
Como detalle, las joyas de la novia combinaban por una parte el componente sentimental con un reloj y pendientes de su bisabuela y una parte mucho más de diseño confeccionada por la propia novia y su madre con piedras verdes de la isla de Borneo.
Esta bonita boda en el Rafal Colom fue una celebración en la que muchos de los asistentes que les acompañaron procedían de distintas partes del mundo con un denominador común, su vinculación a la cooperación y al desarrollo. Estos invitados con gran conciencia social junto a sus familias hicieron que la esencia de lo vivido ese día fuese muy especial como nos detalla la misma novia y que esperamos que os guste sus palabras:

Trabajar por el mundo en ONGs nos cambió la vida y esa visión de la vida y del mundo fue la que hizo que nos enamorásemos!




Y a vosotros, 
¿qué os ha parecido esta boda 
handmade en un rafal menorquín?

Besos de confetti* 
                       

     

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