Hoy hará justo un mes que estábamos en Lanzarote disfrutando de unos cuantos días del paraíso de la tierra del fuego y sólo podemos pensar en las ganas que tenemos de otro período de descanso para poder pasar una vez más unas vacaciones en familia tan especiales como éstas.
Viajar con niños es toda una aventura, más aún cuando implica coger un avión, por eso hemos decido compartir con vosotras nuestra experiencia en nuestro viaje con Mr. Confetti a Lanzarote.
1. El avión. Cuando uno tiene un bebé ya de por sí el tema del equipamiento e infraestructura del viaje se complican, pero cuando está el tema del avión por el medio parece que la cosa suba un nivel añadido de dificultad.
Sin embargo, y aunque pueda resultar sorprendente, nosotros encontramos muchísimas facilidades para viajar con el polluelo y es una experiencia que no tardaremos en repetir.
Poder llegar con el carrito hasta la misma puerta del avión, no tener que hacerle el DNI y tener prioridad tanto en el control del aeropuerto como en el embarque así como poder pasar biberones con agua, son algunas situaciones que hasta ahora no habíamos podido disfrutar nunca y nos encantó 🙂
Para ello indaga en la página web de la aerolínea en la que vueles, es increíble la cantidad de información que uno se da cuenta que desconoce hasta que la lee.
Para ello indaga en la página web de la aerolínea en la que vueles, es increíble la cantidad de información que uno se da cuenta que desconoce hasta que la lee.
2. El hotel. Escogimos un hotel para familias en Playa Blanca y la verdad es que fue un gran acierto. Actividades infantiles programadas que alucinaron a nuestro pequeño, piscinas exteriores con agua climatizada y horarios adaptados y personal acostumbrado a niños de poca edad fueron claves durante estos días.
Eso sí, uno de los hándicaps con los que nos encontramos en la isla fue el viento que resultó un poco molesto, aún cuando septiembre y octubre son los meses en los que está más calmado acabamos un poco ventilados.
Eso sí, uno de los hándicaps con los que nos encontramos en la isla fue el viento que resultó un poco molesto, aún cuando septiembre y octubre son los meses en los que está más calmado acabamos un poco ventilados.
3. Qué visitar de Lanzarote. A pesar de que no teníamos muchas ganas de andar para arriba y abajo hay unas cuantas visitas que son imprescindibles en Lanzarote. El parque nacional del Timanfaya, la Cueva de los verdes, los Jameos del Agua, el Jardín de Cactus, el Golfo y los Hervideros fueron algunos de los lugares que nos llevamos a nuestra lista de recuerdos. Para ello mejor comprar los bonos que incluyen varias visitas y así te ahorras comprar una entrada en cada lugar.
Nos encantó el contraste de colores de la tierra volcánica con el paisaje y las playas de arena dorada del Papagayo en las que no había casi nadie.
A nivel gastronómico poder asistir a un ronqueo de atún en la feria gastronómica y solidaria del Atún rojo fue una experiencia inolvidable.
¿Qué te ha parecido este
trocito de Lanzarote?