Desde hacía unos meses teníamos una cita muy importante marcada en el calendario: la boda de Lara de Petite Mafalda, una celebración que nos hacía una ilusión tremenda y no podíamos esperar ni un minuto más en encontrar el vestido perfecto para la ocasión.
Así que después de darle unas cuantas vueltas y no encontrar nada que se adaptara a lo que estábamos buscando decidimos confiar en el equipo de Mireia Barcelona para que elaborara un vestido totalmente personalizado y no podemos estar más contentas con la elección. Desde el primer momento que entramos en el atelier ubicado en pleno corazón del barrio de Gracia (Travessera de Gracia 123) nos sentimos como en casa y poco a poco fuimos diseñando nuestro perfecto vestido de invitada.
Describir con palabras a Mireia nos resulta bastante complicado, sin embargo ella misma se define con las magníficas creaciones que salen de su atelier. Su manos son mágicas y el diseño y la costura corre por sus venas. Allí los sueños son posibles y no hay vestido de novia, madrina o invitada que se le resista. Y esto es un don.
Tejidos, formas, colores, volúmenes… teníamos una carpeta con multitud de referencias de alta costura pero todas ellas con una idea bastante clara de lo que queríamos para ese gran día. Julio, Segovia y una celebración de tarde en la que todo apuntaba a que refrescara ayudaron mucho en nuestras decisión.
A partir de allí, Mireia entendió lo que andábamos buscando y plasmó todos nuestros deseos en un maravilloso boceto: un vestido largo cruzado estilo sobrevestido con mucho vuelo, con escote de volantes pronunciado y con abertura en la parte delantera para poder andar con comodidad y bailar hasta el amanecer -sólo os diremos que aguantamos hasta el ultimísimo autobús de vuelta y disfrutamos como enanas-
Tras esa primera toma de contacto, de confianza plena y de conexión, en nuestra segunda visita al atelier tenían preparado un prototipo con glasilla (una tela muy económica con la que se hacen las primeras pruebas) en color melocotón para poder terminar de definir el patrón con el que finalmente se haría el vestido. Allí elevamos el talle de la cintura, definimos volantes y modificamos algo del escote.
Quizás una de las cosas que más nos costó fue encontrar la tela. Sabíamos que queríamos un color más bien oscuro con un microestampado nada llamativo pero que tuviera su punto. Miramos en varias firmas de tejidos y parecía que la cosa se iba complicando pero finalmente, y a 15 días antes de la boda, una gasa en color teal llena de mini lunares se cruzó en nuestro camino y no nos pudimos resistir. Era la tela perfecta en uno de los colores más elegantes que habíamos visto. Y a partir de allí llegó la magia.
Tras esa primera toma de contacto, de confianza plena y de conexión, en nuestra segunda visita al atelier tenían preparado un prototipo con glasilla (una tela muy económica con la que se hacen las primeras pruebas) en color melocotón para poder terminar de definir el patrón con el que finalmente se haría el vestido. Allí elevamos el talle de la cintura, definimos volantes y modificamos algo del escote.
Quizás una de las cosas que más nos costó fue encontrar la tela. Sabíamos que queríamos un color más bien oscuro con un microestampado nada llamativo pero que tuviera su punto. Miramos en varias firmas de tejidos y parecía que la cosa se iba complicando pero finalmente, y a 15 días antes de la boda, una gasa en color teal llena de mini lunares se cruzó en nuestro camino y no nos pudimos resistir. Era la tela perfecta en uno de los colores más elegantes que habíamos visto. Y a partir de allí llegó la magia.
Durante esas últimas semanas hicimos varias visitas al equipo de Mireia Barcelona y en una de ellas quisimos inmortalizar el momento con estas fotorgafías. El vestido todavía estaba apuntado y con algunas agujas, quedaban algunas cosas por definir pero el proceso estaba siendo realmente emocionante.
De las últimas cosas en incorporar fueron los botones dorados tanto en el fajín como en los puños, fijar el largo, entallar y ajustar la cintura y rematar uno de los dos frontales con una tira de volantes para darle más movimiento.
Ya estaba todo en marcha, nos moríamos de ganas de lucirlo y un día antes de la boda lo fuimos a recoger. No sabéis la ilusión que hace tener un vestido que es único para ti, una experiencia que todas deberíamos vivir, por lo menos, una vez en la vida.
Y por fin llegó el 21 de Julio, nos fuimos hasta Segovia y allí Juan Carlos de Oui Novias hizo un milagro con sus peines y pinceles. Queríamos un look beauty muy natural y elegimos unas ondas deshechas y un maquillaje muy sencillo para no quitarle protagonismo al vestido. Pasar por sus manos es una apuesta segura que recomendamos con los ojos cerrados a todas las novias e invitadas del mundo.
En cuanto a los complementos, hasta el último momento no lo tuvimos claro y justo la noche anterior decidimos hacernos un turbante con tela que Mireia nos prestó del mismo color que el vestido. Una decisión de última hora pero creemos que encajaba perfectamente y le daba un twist al look.
Elegimos el dorado como color predominante en los maxi pendientes, el clutch y en las sandalias que a pesar de su tacón finísimo y altísimo no nos impidió bailar.
¿Queréis ver cómo quedó el look final?
Esperamos que os guste el resultado tanto como a nosotras. Tan sólo podemos dar un gracias enorme a Mireia Barcelona y a todo su equipo por diseñarnos un vestido fresco, juvenil y con el que hacía tiempo que soñábamos, a Juan Carlos de Oui Novias por buscarnos un hueco en su agenda y hacernos brillar como nunca y a Lara por dejarnos ser partícipes de su gran día. Firmamos ya una reboda, con los 3, de cabeza.