La sencillez y la frescura son la clave de su éxito y es el complemento perfecto para una novia, ya sea como decoración de boda o como parte importante de su look. Eso sí, con un twist.
Sus delicadas flores blancas son perfectas para un ramo de novia sencillo y juvenil como el de Mariana o para darle un toque de frescura a un ramo combinado por ejemplo a base de olivo o lavanda como hizo Isabel en su boda esmeralda en Sevilla.
Y fue en el último desfile de Alta Costura de París de la firma americana Rodarte cuando nos dimos cuenta de esta clara tendencia bridal y del protagonismo que iba a tener en las próximas bodas.
En los verdes jardines abarrotados de flores de una antigua abadía, las hermanas Mulleavy celebraron un maravilloso desfile con una apuesta clara sobre esta planta –Gypsophila– tan delicada como romántica.
A los vestidos largos y ligeros de corte ultra femeninos con transparencias y toques glitter les siguió una oda a las flores, y a la paniculata en especial, tanto en recogidos como en joyas o complementos.
Rodarte llevó las maxi coronas de flores a otro nivel simulando ninfas del bosques e incluso convirtió las flores en anillos o brazaletes de la forma más chic o las manicuras en extensiones de ramas florecidas. Un escenario bucólico capaz de inspirar a las novias más bohemias y soñadoras.
Nosotras morimos por ver cómo esta tendencia se traslada a las auténticas bodas heartmade y cómo las novias se llenan de flores. Porque una flor sinónimo de belleza, de vida, de mimos y de amor. Y de eso la paniculata va sobrada.
de la paniculata?