‘Nos casamos el 23 de Junio en Spetses, una isla diminuta en Grecia. Cuando digo diminuta es diminuta; la entrada de coches está prohibida, sólo circulan los de los locales de la isla así que para moverse hay que ir andando, a caballo con carro, bici o moto.
¿Y por qué nos casamos en Spetses? Pues Felix, mi marido, es inglés, de madre americana y padre suizo pero nació y se ha criado en Londres donde nos conocimos y vivimos. Su abuela era griega y mantienen su casita con muchísimo encanto en la isla Spetsai. De hecho sus padres se casaron ahí también y es donde veraneamos cada año’. Así es cómo Sandra nos empezaba a contar todos los detalles de su auténtica boda heartmade.
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Los novios buscaban una boda poco convencional. Tenían invitados venidos de todas las partes del mundo así que como buenos anfitriones decidieron celebrar su amor durante todo el fin de semana. La celebración oficial arrancaba el viernes con una cena típica griega de tipo informal en Yaya’s Spiti -casa de la abuela en griego- al son de la canción Zorba the greek.
La noche antes de la boda, la novio se alojó fue al mítico Hotel Poseidonion, fundado en 1914 y decorado al estilo Belle Époque, y el novio se quedó en la casa. Siguiendo la tradición inglesa, el novio escogió a sus ‘ushers’ que le ayudaron con todos los preparativos y disfrutaron juntos de los momentos previos entre risas y cervezas.
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Sandra es de Barcelona y eligió a Santos Costura para que le hiciera el vestido de la novia de sus sueños. ‘Siempre me han gustado los dientes de león así que los puños de las mangas y el cuello del vestido por detrás estaban decorados con dientes de león bordados a mano con hilos de distintos tonos en oro y cobre. El velo antiguo de color beige para contrastar con el blanco roto del vestido.
Los zapatos, unas alpargatas de Castañer, el tocado me lo regaló una amiga y era de Moncollier. Los pendientes eran de mi abuela y para la ceremonia llevaba un abanico antiguo de la abuela de mi marido pues hacía bastante calor’, nos cuenta la novia.
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La boda fue religiosa pero no hubo iglesia. Se casaron en un anfiteatro antiguo rodeado de pinos y con vistas al mar con una ceremonia oficiada por un cura amigo de la familia. Sandra entró cogida de la mano de su padre mientras sonaba la canción de Free Falling de Tom Petty en acústico, de la mano del amigo de la pareja Alan Pownall.
‘Al acabar la ceremonia nos fuimos al embarcadero en una especie de triciclo griego lleno de limones decorado por una amiga de la familia que vive en la isla. No volcamos de milagro pero fue tan divertido que aún me río sola recordándolo. Los invitados fueron a pie hasta el embarcadero donde les esperaban las típicas barcas griegas, kaikis, bien cargadas de cervezas con destino a nuestra cala preferida de la isla: Vrelos. Ahí celebramos la cena y la fiesta’, nos cuenta Sandra.
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Decidieron organizar la boda con proveedores locales como la peluquera del pueblo, el catering del restaurante de la esquina o la floristería de la plaza. Tanto el cóctel y aperitivo de bienvenida como la cena lo organizaron al puro estilo picnic en la playa con manteles de mil colores y desiguales. Los marcasitios eran los nombres o apodos de los invitados escritos a mano en conchas. El menú fue a base de comida griega bien sencilla y con un primero de ensalada de tomate, pepino, aceitunas negras y queso feta. De segundo; cordero o pescado de la isla con patatas al limón. Para la decoración nada de flores, sólo hierbas locales de todo tipo; menta, romero, orégano, albahaca y limones, muchos limones. Como postre: helados de mil sabores gracias al heladero de la plaza que trajo su carrito de helados.
‘Al ser una playa de pinos colgamos mil tiras de luces blancas para la cena y alguna de color para la fiesta. Y entre los pinos pusimos las mesas bien largas y estrechas para que las conversaciones pudieran ser grupales con los invitados de al lado y de enfrente. El primer baile fue con la canción de Bronksi Beat cantada por nuestro amigo Alan y ahí empezó la fiesta que obviamente acabó con muchos invitados dándose un chapuzón en el mar’, nos cuenta la novia.
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Una gran boda griega inmortalizada por el fotógrafo local Sotiris Stampoulidis que te harán transportar al Mediterráneo.
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