
Hoy os traemos una boda con sabor a Barcelona, de esas que enamoran por su autenticidad, su historia y su elegancia sin pretensiones. Andrea y Nacho se dieron el “sí, quiero” un día otoñal lleno de momentos bonitos, rodeados de sus familias y amigos más cercanos.
La ceremonia tuvo lugar en un escenario muy especial para el novio: la iglesia de San Ignacio de Sarrià, el colegio donde estudió Nacho. Un lugar lleno de recuerdos y significado que hizo aún más emocionante el momento del “sí, quiero”.
Andrea lució un impresionante vestido de novia de la diseñadora catalana Teresa Helbig, con encaje de valenciennes, cuello halter y una capa corta que aportaba movimiento y un toque contemporáneo.
Tras la ceremonia, los invitados se trasladaron al icónico edificio de la Universitat de Barcelona, donde se celebró el banquete. El aperitivo se sirvió en los jardines del claustro. Más tarde, todos pasaron al gran salón, decorado con una gran mesa imperial donde se reunieron los amigos más íntimos para disfrutar de una velada inolvidable. El menú, diseñado por Le Chef, fue una auténtica delicia: vichyssoise tibia de bogavante y virutas de roast beef de solomillo con salsa de pimienta, entre otras exquisiteces.
La decoración floral corrió a cargo de Flores Bertran, que apostó por tonos suaves y arreglos naturales, acordes al espíritu otoñal de la boda. El menaje, de Nuovo Piatti, y la papelería personalizada de Kuramae completaron una puesta en escena elegante y coherente. Todo ello bajo la impecable organización de Rotundo Lab, que cuidó cada detalle con mimo para que todo fluyera con naturalidad.
El maravilloso reportaje de Palogoca inmortaliza cada instante de esta boda única, desde la emoción de la iglesia hasta la alegría del banquete.
Una boda que refleja a la perfección el espíritu de Andrea y Nacho: elegante, sincera y profundamente barcelonesa.



