Uno siempre vuelve a los viejos sitios donde amó la vida, incluso se vuelve a esos lugares en imaginación. Uno vuelve para ilusionarse con algo, para demostrar que podría ser capaz de hacerlo.
Uno siempre vuelve a los viejos sitios donde amó la vida para ser valiente y para curar heridas sabiendo que pueden volver a sangrar otras que ya daba por cicatrizadas. Uno vuelve a esos lugares porque un momento de plenitud allí vale por millares sucedidos en cualquier parte y porque los días no son felices, los días tienen sentido y por tanto son de una felicidad refrendada.Uno siempre vuelve a sus orígenes, a las tradiciones familiares, a las telas naturales y a los tejidos artesanales. Uno vuelve a recuperar los tesoros de los cajones de la abuela, los encajes de antaño, las flores bonitas y las tardes de verano. Las miradas cómplices, las risas con amigas, las coletas deshechas y los vestidos bordados. Uno siempre vuelve a su infancia, al rosa empolvado, a las cintas de raso y a los días de playa.Uno siempre vuelve para valorar el trabajo bien hecho. Y alabarlo. Para seguir creyendo y apostando por el saber hacer de la costura a medida y de los ateliers con alma y esencia. Naturales. Sencillos. Delicados.
Uno siempre vuelve a los viejos sitios donde amó la vida para ser valiente y para curar heridas sabiendo que pueden volver a sangrar otras que ya daba por cicatrizadas. Uno vuelve a esos lugares porque un momento de plenitud allí vale por millares sucedidos en cualquier parte y porque los días no son felices, los días tienen sentido y por tanto son de una felicidad refrendada.Uno siempre vuelve a sus orígenes, a las tradiciones familiares, a las telas naturales y a los tejidos artesanales. Uno vuelve a recuperar los tesoros de los cajones de la abuela, los encajes de antaño, las flores bonitas y las tardes de verano. Las miradas cómplices, las risas con amigas, las coletas deshechas y los vestidos bordados. Uno siempre vuelve a su infancia, al rosa empolvado, a las cintas de raso y a los días de playa.Uno siempre vuelve para valorar el trabajo bien hecho. Y alabarlo. Para seguir creyendo y apostando por el saber hacer de la costura a medida y de los ateliers con alma y esencia. Naturales. Sencillos. Delicados.
Uno vuelve para sucumbir a los maravillosos tejidos bordados de Santa Eugenia creados junto a un equipo increíble de artesanos en París. Lino. Georette. Y crep de seda para enamorar y hacer soñar a las novias más románticas y crear piezas únicas, como ellas.
La vida es volver y revolver. Sentimientos. Historias. Sueños. Y deseos.


























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Vestidos de novia: Santa Eugenia Atelier | Fotografía: Mariia Tiutiunnikova | Producción: Melissa Barbero | Maquillaje: Helena Roca Make Up | Joyas: Julieta Álvarez
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¿Qué te ha parecido esta preciosa
sesión de Santa Eugenia?
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