
El verano tiene ese je ne sais quoi que nos atrapa sin remedio. Tal vez sea por el aire más ligero, los días que se estiran sin prisa o por esa energía que lo llena todo de nuevas ilusiones. Lo cierto es que esta estación es pura inspiración.
Para quienes están en pleno proceso de organización de su boda, o simplemente soñando con llenar sus días de belleza, el verano es el escenario perfecto para crear momentos que se quedarán grabados en la memoria.
Decoración estival: frescura, calma y belleza sin esfuerzo
Durante los meses cálidos, la decoración se transforma. Se empodera, se llena de texturas naturales, colores vivos y estampados alegres con flores o cuadros vichy. El lino se vuelve el gran protagonista en manteles, servilletas o caminos de mesa, mientras que las fibras vegetales aportan un aire desenfadado y acogedor a cualquier rincón. Las vajillas con acabados artesanales y los cristales tintados se cuelan en las mesas para hacerlas aún más apetecibles.
Pero si hay algo que define el verano, son las flores. Siempre presentes, siempre mágicas. Los ramos preservados, por ejemplo, son una opción que cada vez enamora más por su belleza duradera y su capacidad de dar vida sin exigir cuidados. En esta tienda de flores preservadas hay propuestas delicadas y muy versátiles. Siempre nos gusta elegir colores alegres y que encajen a la perfección con la decoración estival, tanto para casa como para celebraciones al aire libre.

Flores en casa: una pausa bonita en medio del día
Tener flores en casa es un gesto casi terapéutico. No hace falta una ocasión especial: un ramo de peonías en la entrada, unas ramas de olivo en la cocina recolectadas después de un paseo por el campo con tu sobrina o una combinación de flores silvestres en la mesilla de noche transforman cualquier espacio. Aportan color, aroma y una sensación de bienestar inmediata.
Y si lo que buscamos es un regalo con intención, aquí hay detalles florales ya preparados para sorprender o simplemente para darnos un pequeño capricho. A nosotras siempre nos gusta acompañarlo con una pequeña nota escrita a mano en targetones con nuestras iniciales. Hacen todavía el regalo más especial y será un recuerdo perenne.
El arte de vivir despacio
El verano también es eso: bajar el ritmo. Escuchar el canto de las chicharras, leer sin mirar el reloj, improvisar una comida bajo la sombra, caminar descalzos. Es la estación que nos invita a lo esencial, a celebrar la belleza de lo simple. Una copa fría en una terraza bonita, una merienda entre amigas con sabor a infancia o una sobremesa que se alarga hasta que cae la noche.
También es momento de reconectar con nosotras mismas, de poner en pausa las prisas del día a día y regalarle tiempo a lo que realmente nos hace bien. Rodearnos de flores, luz natural, tejidos suaves y detalles cuidados no es superficial: es una forma de mimarnos. De recordarnos que el verano, como la vida, está hecho de instantes. Y hay que cuidarlos.




