La historia de Blanca y Lucas es el reflejo perfecto de cómo el destino siempre tienen la energía suficiente para hacer magia a su antojo. Es la historia de una gallega y un madrileño que, por motivos de trabajo, llegaron a Londres y fruto de la más pura casualidad acabaron en la misma fiesta. El covid fue sin duda un antes y un después en su relación, encerrados en Londres, sin poder salir y con todo el mundo en caos, recibieron la noticia de que la madre de Blanca estaba muy enferma, y esa pérdida no hizo más que unir muchísimo más a la pareja.
Lucas tenía muy claro que el anillo de pedida lo diseñaría junto a Javier Gómez Zuloaga, amigo de la familia y reconocido joyero. No fue fácil, tardaron casi un año en crear la joya perfecta, una sortija de inspiración vintage y art decó, que encajara perfectamente con el estilo de Blanca. Y el 10 de septiembre, al amanecer, se prometieron amor eterno. “Fue tan inesperado que cuando me pidió que esperara en el jardín, pensé que iría a por la recena y cuando vi el anillo solo pude decir: pero si esto no se come”, recuerda Blanca entre risas.
Desde el primer momento en que Blanca pensó en su vestido de novia tenía la idea clarísima, debía ser inspirado en su gran musa, Audrey Hepburn, y en aquel vestido midi que la propia actriz lució en 1957 en la película Funny face diseñado por Givenchy. Para dar forma a esta idea confió en Macarena y a Javier, diseñadores en el atelier From lista with love.Tras varias visitas a Madrid se pusieron manos a la obra. Mantuvieron la esencia del vestido mezclándolo con otro enfoque más moderno y sustituyendo el tafetán rosa por pedrería y tul, siendo fieles a la forma y el largo del vestido original. La chaqueta y el tul eran completamente desmontables, así Blanca comenzó retirando el gran lazo en las primeras horas de la boda y acabó con un comodísimo y sensual vestido de cuello halter para el baile, siguiendo la estética actual de los vestidos de Givenchy. Los complementos perfectos fueron unos finísimos pendientes de aguamarinas de herencia familiar junto a unos zapatos de la marca Flor de Asoka en terciopelo blancos y cintas en los tobillos que realzaban su figura.
Lucas por su parte optó por un chaqué clásico de la marca Hackett combinado con una corbata de Hermes vintage y el reloj que Blanca le regaló en la pedida.
Confiaron en Pepe Solla, amigo de la familia y con la capacidad de crear en su boda el espectáculo gastronómico que ellos querían. Fue a través de él cómo llegaron al pazo Pegullal, un lugar en el que hasta la fecha prácticamente no se han celebrado eventos, pero de tal belleza que no podían dejar pasar la oportunidad. Gracias a Ainara, su wedding planner de Naru Nera, consiguieron centrar toda la idea y darle forma real, la cena sería bajo la glicinia, ya que en septiembre estaría muy repleta y sería el lugar perfecto, se buscaba una imagen romántica, por eso la luz, ligeras tiras de bombillas, era la justa y necesaria para que únicamente añadiendo la luz de las velas el ambiente fuera el ideal.
El resultado de la idea fueron más de 140 metros de mesas alargadas en madera vista, guirnaldas de verdes variados en los que destacaba el olivo y adornos cítricos con limones, evocando una cena en la toscana, la encargada de toda la decoración floral, Sonia de Entre flores captó a la perfección la idea tan bonita que rondaba la cabeza de estos novios, también fue la creadora del ramo de novia de Blanca.
Blanca arrancó el baile junto a su padre, mientras sonaba `Cielito lindo´, canción que su madre le dedicaba de pequeña y que todos los invitados coreaban mientras sonaba.
La boda duró hasta el amanecer al ritmo de R music que hizo las delicias de los invitados que bailaron hasta les dolían los pies, y que gracias a las fotografías de Flotography puedes revivir esta preciosa boda en Galicia hoy en el blog.