Cristina siempre había soñado con casarse en Asturias, un lugar lleno de recuerdos y raíces familiares. Desde pequeña veraneaba en Ribadesella, y el destino quiso que conociera a Guillermo precisamente allí. “Fue cosa del destino total”, nos cuenta Cristina. Guillermo, aunque acostumbrado a veranear en Marbella, se enamoró del norte y no dudó en aceptar la idea de celebrar su boda en la tierra que tanto significaba para Cristina.
La ceremonia religiosa se llevó a cabo en la Iglesia de San Esteban de Leces, un deseo claro de la novia desde el principio. “Tuvimos muchísima suerte ya que unos novios que tenían reservada esa fecha, la cambiaron”, nos comenta Cristina. La ceremonia fue aún más especial gracias al Coro Manín de Lastres, compuesto por 15 voces masculinas que llenaron el ambiente con sus cánticos.
La llegada a la iglesia fue en un Volkswagen escarabajo descapotable, un detalle que hizo realidad el sueño del padre de Cristina, quien posee uno similar en Madrid desde hace más de 40 años. “Siempre me quedaré con el recuerdo de esa mañana, bajando las escaleras para ir a desayunar con Dancing Queen, rodeada de primos y con la banda sonora de ABBA de fondo toda la mañana”, relata Cristina.
El vestido de la novia fue diseñado por Marcela Mansergas, una elección que Cristina describe como un flechazo desde la primera cita. Marcela integró en el diseño un velo que ha pertenecido a la familia materna de Cristina durante generaciones. “Marcela lo denominó como una auténtica joya”, menciona Cristina. Los pendientes también tenían un valor sentimental, perteneciendo a su bisabuela materna, Esmeralda. Los zapatos de Yves Saint Laurent fueron otro deseo cumplido. “Me hacía mucha ilusión casarme con ese tacón porque me gustaba desde hacía tiempo”, dice Cristina, quien recibió los zapatos como regalo sorpresa de unas amigas del colegio pocos días antes de la boda.
Por su parte, Guillermo disfrutó de una mañana tranquila en la terraza del hotel, conversando con su padre con vistas al mar, mientras sus hermanas y su madre estaban en la peluquería. La abuela de Guillermo, María Dolores, de 93 años, también se unió a la celebración, mostrando una energía y entusiasmo envidiables.
La recepción se celebró en el encantador Palacio de Cutre, un lugar que se convirtió en el escenario perfecto para este día tan especial. Las flores que adornaban el Palacio fueron obra del Invernadero de Oviedo, quienes captaron a la perfección la idea de Cristina de tener una decoración muy silvestre y natural. “Les conté cómo me imaginaba los centros de mesa; les dije que me gustaría ver ‘trozos de prao’. ¡Y captaron la idea al momento! Quedó espectacular”, recuerda Cristina emocionada.
El catering fue un elemento destacado de la celebración, a cargo de Marcos Morán de Casa Gerardo, íntimo amigo de la familia. Desde la mejor fabada en el aperitivo hasta el famoso arroz con leche de postre, todo el menú fue un deleite para los invitados. La recena sigue siendo recordada con cariño por todos los amigos de los novios.
La boda fue un verdadero trabajo en equipo, con la participación de numerosos familiares y amigos cercanos. Desde la decoración de la iglesia por Elena, amiga íntima de la madre de Cristina, hasta el DJ, Borja, primo de Cristina, que mantuvo a todos animados durante toda la noche. La coordinación estuvo a cargo de la prima de Cristina, María Ballvé García-Conde, fundadora de Tutto Eventos. “Durante todo el proceso hemos estado rodeados de familia y amigos que nos han ayudado a que el día fuera perfecto”, concluye Cristina. “La preparación ha sido muy divertida y muy a nuestro estilo”.
Gracias a las fotografías de Retrato de un instante y al vídeo de Eleven Moments compartimos un pequeño trozo de lo que vivieron ese día, rodeados de sus seres queridos.