
Hoy os traemos una boda que nos ha conquistado desde el primer momento. Cristina y Edu celebraron su gran día en un entorno único, con una atmósfera elegante y llena de detalles especiales que hicieron que todo fuese inolvidable.
La ceremonia tuvo lugar en la Parroquia de San Francisco de El Puerto de Santa María, más conocida como la Iglesia de los Jesuitas. Para la celebración, los novios escogieron la recién reformada Casa Cossío, una casa palaciega que pertenece a su familia y que sirvió de escenario para una boda tipo cóctel donde la música, la gastronomía y la alegría fueron protagonistas. “Queríamos que la gente disfrutara, que fuera una boda en la que se pudiera hablar, bailar y mezclar distintos grupos, y lo conseguimos”, nos cuenta la novia.
Cristina apostó por un vestido de novia de Victoria Colección en colaboración con Roberto Diz, un vestido elegante con un toque especial. “Para darle un significado aún más bonito, añadimos los botones de pedrería del vestido de novia de mi madre. Era mi manera de llevarla conmigo en un día tan importante”, nos confiesa la novia. Completó su look con unos pendientes de Le Touquet, zapatos de Castañer y dos anillos llenos de significado: su anillo de pedida, que pertenecía a la abuela de Edu, y otro regalo de sus primas por la boda.
El ramo de Cristina fue una auténtica joya floral realizada por Floristería Isa Flor, al igual que la decoración de la iglesia. En tonos burdeos, granates y rosas empolvados con un toque verde, lo personalizó con una cinta de gasa bordada a mano por su madre, un detalle emotivo y precioso.
Para sus testigos, Cristina tuvo un regalo muy especial: unas velas de soja con forma de margarita hechas artesanalmente por Iym Essence, con distintos aromas. “Quería que tuvieran algo bonito y simbólico, pero preferimos centrarnos en detalles muy personales en vez de tener un regalo para todos los invitados”, explica.
La gastronomía de la boda fue una auténtica delicia de la mano de Catering El Faro de El Puerto, una elección con historia familiar. “Mis padres se casaron con ellos, mi hermana también, y nosotros hemos seguido la tradición. Nos encanta la calidad y el trato que dan”. El formato cóctel permitió que los invitados se movieran libremente, disfrutando de la comida y la buena compañía en un ambiente distendido y cálido. La música fue clave para crear el ambiente que los novios querían. Durante el aperitivo, el grupo Superagente 86 animó a los invitados con pop & rock en directo, consiguiendo que nadie dejara de sonreír ni un solo momento. Para la fiesta, contaron con Gilafest y el DJ Álvaro Narváez, quienes hicieron que la pista de baile ardiera hasta el final de la noche.
La carpa beduina se convirtió en el epicentro de la fiesta, donde se vivió el reparto de ramos, la hora loca con accesorios divertidos y momentos llenos de euforia y felicidad.
Para capturar cada instante de esta jornada inolvidable, Cristina y Edu confiaron en Jony Parralo y su equipo. Las imágenes reflejan la esencia de su día: espontaneidad, emoción y mucha felicidad. Y por último, no podemos dejar de mencionar a Marta y Chus de Vintage Bodas, quienes también organizaron la boda de Carmen y Diego en el norte. Como wedding planners, cruzaron toda la península y se encargaron de cada detalle, desde la organización hasta la coordinación del gran día, logrando que todo fuera simplemente perfecto y convirtiendo la boda en un verdadero sueño hecho realidad.



