‘Nano y yo fuimos a la misma clase en Bachillerato pero no fue hasta 6 años después de acabar el colegio que nos volvimos a encontrar y desde ese día no nos hemos vuelto a separar.
Cuando empezamos nuestra relación, nos encantaba ir a Cantabria a pasar el fin de semana o algunos días de vacaciones, por eso, cuando nos pusimos a organizar la boda sabíamos que de alguna forma íbamos a acabar allí, además, los dos queríamos que nuestra boda fuera la oportunidad de reunir a familiares y amigos durante un fin de semana.’
Ese era el gran sueño de Marta y Nano y se hizo realidad. Eligieron la Casona de Suesa para estar junto a los suyos durante los preparativos y fiesta posterior y no nos imaginamos mejor plan ‘Recuerdo los momentos vividos en la Casona como muy especiales, rodeada de amigos y familiares, tal y como siempre me lo había imaginado.
Desayunábamos todos juntos; mientras maquillaban a una la otra iba a su cuarto a pedirle cualquier cosa; entraban en el mío para ver como iba con los preparativos y enseñarme ellas sus modelitos; otros estaban en el jardín tranquilamente charlando; el día después comentamos las anécdotas una y otra vez en un desayuno interminable al que se iba sumando gente según se levantaba’
La Iglesia de Suesa, a muy pocos metros de la casa rural, lucía radiante. Hasta allí llegó andando Marta que lucía un vestido de satén de seda, de corte sencillo y un espectacular kimono de guipur de algodón, dándole un toque desenfadado y algo hippie con el que se sentía muy ella. La diseñadora Edurne Gorostiza fue la encargada de su precioso vestido de novia, recomendada por su amiga Marta y también una novia que publicamos en el blog.
En cuanto a lo accesorios, llevó una cruz de diamantes de su bisuabuela -con la que también se había casado su madre-, unos pendientes de diamantes regalo de su hermana y cuñado y un ramo silvestre de la floristería Rebolledo.
Para el look beauty se decantó por una coleta deshecha un un maquillaje muy natural de William de Freitas de MAC Santander.
Después de emotiva ceremonia, novios e invitados se trasladaron a la Huerta de Cubas, un precioso invernadero de cristal en medio del campo con una filosofía de producción ecológica y donde degustaron las delicias del Catering Oh Là Là mientras la música de Chema Armengo amenizaba la velada.
Entraron al espacio del invernadero al son de la canción You & I de Crystal Fighters donde les esperaban sus amigos y familiares distribuidos en largas mesas imperiales y una riquísima mesa con un buffet de postres.
Abrieron el baile con Lover’s Eyes de Mumford & Sons, una canción que les recuerda al comienzo de su relación, y acto seguido empezaron a tocar en directo Los Franklin, un grupo musical con mucho rollo.
Un día que aglutinó momentos divertidísimos para convertirse en un auténtico fiestón amenizado por el DJ Manolo Valdés que Orlando Guitérrez se encargó de inmortalizar en unas instantáneas que hablan por sí solas.
‘Quisimos hacer una boda bastante “normal”, sin grandes extravagancias para no perder en ningún momento el sentido real del matrimonio ni desviar nuestra atención en detalles irrelevantes, porque lo más importante de todo es que nos habíamos elegido, y pudimos compartirlo con la gente que más queremos y disfrutarlo al máximo desde el principio hasta el final.’