Aída y Víctor, boda en la Sierra de Huelva

La boda real de hoy podría tildarse de realmente fotográfica, y no únicamente por la fotogenia de los novios (que también) sino por la profesión de la pareja quienes a parte compartir el camino de la vida, comparten trabajo formando el conocido tándem de fotografía Aída y Víctor.

Para su gran día Aída y Víctor quisieron celebrar una ceremonia diferente en un lugar diferente huyendo de convencionalismos, para ello escogieron una finca familiar del novio en plena serranía de Huelva, en Los Marines, repleta de castaños y de recuerdos maravillosos de infancia.

Aída estaba preciosa con un vestido diseñado por ella misma con escote pronunciado en la espalda de gasa de seda natural, chantilly y apliques de guipur con mucho movimiento. Acompañando el conjunto eligió un tocado de Pronovias, unas sandalias de esparto con Swaroski y un ramo muy natural en crudos verdes y fucsia de suculentas y eucalipto. Para el maquillaje contó con Azucena Morales y peinado de Olan Estilistas.

Como única joya lució unos pendientes de oro blanco con brillantes que el día anterior le regaló su futuro marido Víctor, quién apostó por un look contemporáneo fuera de protocolos con un dúo gris y beige de Zara.

La ceremonia, decorada a tono con el ramo de novia, fue oficiada por un amigo de la pareja Chusico Espeleta amante del teatro y la improvisación y de profesión también fotógrafo que les regaló un “padre nuestro” muy peculiar y fotográfico.

Durante el transcurso de la misma se intercambiaron los anillos de oro blanco hechos por un artesano en los que aparece grabado medio dibujo que unido compone diafragma de la cámara símbolo de la pasión que les unió.

Tras el enlace los novios se trasladaron a la finca “Buen Vino“, una finca también de castaños en la que acondicionaron un campo junto a un barranco lleno de chopos y hierba en el que la empresa Iluart colocó luces de verbena diseñadas a gusto de la pareja.

En el interior se albergaban las mesas decoradas con flores y velas en tarritos de yogur rosas pintados uno a uno por la novia para que dieran un ambiente especial junto a vasos y copas diferentes, una hoja de castaño como mesero y un cena muy informal, con platos centrales y una mesa de postres de la pastelería Rufino colocados sobre rodajas de madera de Gla de Roure.

Como detalle del enlace los novios prepararon para sus invitados multitud de pai-pais que colgaron e uno de los castaños de la ceremonia, unos cojiines de corazones de tela y unas botellitas de mosto cosechado por el padre del novio en frascos con un logo diseñado por ellos mismos en el que aparecen multitud de símbolos de la pareja, la cámara fotográfica que les unió, la música, los atardeceres, el azahar, las estrellas y las hojas de castaño.

Fue un día grande, que sin duda quedará en el recuerdo de la pareja que rió, lloró y bailó hasta altas horas de la madrugada y que fue captada por los compañeros de profesión Mi Lima Limón, unas grandes contadoras de historias del amor y momentos especiales como su boda, de la que también conocer más detalles en un vídeo de Santi Veiga que podéis contemplar AQUÍ. ¡Ahora sólo toca disfrutarla!