Carlos, de Vigo, y Virginia, alicantina, se conocieron en Barcelona donde residen actualmente y decidieron volver a sus raíces. Tras una pedida de mano con un anillo de Rabat, eligieron Casa Santonja de Beniarbeig, pueblo en el que vivieron los bisabuelos de la novia, para celebrar su auténtica boda heartmade. No sin antes tener una preboda en una terraza de Dénia con cena y arroces y música en directo
Para su gran día, Virginia se preparó en la misma finca junto a sus más allegados mientras lucía un pijama de camisa y algodón de plumetti de Broken Basics. Su primer vestido era un espectacular diseño de Katarina Grey con detalles de hojas en mangas y cuello que combinó a la perfección con unos zapatos de Jimmy Choo de los que nos cuenta que ‘fue amor a primera vista. Como joyas, llevé el solitario regalo de Carlos de Rabat y unos pendientes preciosos, que originariamente eran de mi familia y que los rediseñamos con mi hermana en Soler Cabot’. María Raduán y Humberto Ache se encargaron del maquillaje y peluquería respectivamente.
‘Mi madre iba increíblemente preciosa de Inés Martín Alcalde y y mi hermana, espectacular con un diseño de Sophie et Voilà en verde menta, zapatos de Mint&rose y bolso de Laia Allen.’
Carlos por su parte lució un traje a medida de Massimo Dutti Tayloring. Los gemelos y alfiler de corbata de oro eran de su padre, heredados, con sus iniciales. Los zapatos y la corbata eran de Prada. El reloj, un Hamilton que le regaló la novia en San Francisco.
El templete de la ceremonia lucía precioso decorado con las Flores La Tartana, quienes también se encargaron del ramo de la novia con diferentes tipos de eucalipto y algo de limonium. Carlos entró a la ceremonia con la canción de Have you ever seen the rain y la novia, con Yellow de Coldplay.
Tras una emotiva ceremonia, degustaron un cóctel de Grupo El Alto con toques gallegos y catalanes donde no faltó el corner del vermut ni el de marisco con showcooking de navajas y zamburiñas. Cuatro mesas imperiales con manteles de lino azul y una guirnalda central de eucalipto les esperaban para una cena bajo luces de verbena a la que entraron con máscaras de látex y fuego frío al son de One Kiss.
Como detalle para las invitadas eligieron un pintalabios de Lancôme y una tote bag con alpargatas hechas a mano en Alicante y para los chicos, unos gorros de paja. Para las madres, una pulsera de Rabat personalizada con sus iniciales y un brillante.